A
GUSTAVO FAVERÓN PATRIAU
SOBRE EL ANTICUARIO
Por Peter Elmore
En El anticuario, la construcción de la trama no es menos rigurosa que las construcciones perversas en las cuales está confinado su enigmático protagonista. La diferencia entre la arquitectura de la ciudad donde moran los personajes y la del texto que el autor diseña es, sin embargo, enorme: radica en el carácter lúcido y, por eso mismo, liberador del relato. El rastro de ceniza que deja el crimen y el misterio que oscurece el pasado contribuyen, en la novela de Faverón, a la creación de una atmósfera poderosa y oscura; son, también, las marcas que en las memorias y los cuerpos inscribe el Mal, al cual exorciza la narración. Sin regodeos efectistas ni atajos complacientes, Faverón narra una historia turbadora sobre la violencia y la memoria en la cual se advierte, velada y transformada, la presencia de los horrores privados y públicos de una sociedad que es, al mismo tiempo, familiar y extraña.